El equilibrio
Una cuerda tensa en la que ya está por mitad del camino. No te atreves
ni siquiera a mirar hacia delante. Otear el horizonte y ver cuánto te
queda es lo menos aconsejable ahora mismo.
Solo buscas no caerte. El
sudor corre por tu frente. Te das cuenta de cada gramo de tu cuerpo
sobre la cuerda. No hay virguerías. Solo la cuerda y tu. La vista
enfocada en la cuerda y tu pie desnudo. Ni paisaje al fondo. Es
irreconocible. Nada de planes. Cada paso es un reto. Un fallo y se
destensará la cuerda.
Las cejas no son suficientes para que el sudor
no entre en los ojos. Llorar solo servirá para mezclar las sales de
sendas fuentes.
Seguir parado
tampoco parece aconsejable. El equilibrio perfecto no te hará alcanzar
el hipotético 'otro lado'. La resistencia y tus pies te alientan a
seguir.
¿De qué sirve estar aquí? ¡Sigue!
Y saltas...
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