domingo, 14 de octubre de 2012

'Dios' de Khalil Gibran Khalil






Acabo de leer esto. Algunos os sonará y a otros no, es un relato corto de  Khalil Gibran Khalil de su libro 'El Loco' de 1918.

                                                             DIOS
En los días de mi más remota antigüedad, cuando el temblor primero del habla llegó a mis labios, subí a la montaña santa y hablé a Dios, diciéndole:
-Amo, soy tu esclavo. Tu oculta voluntades mi ley, y te obedeceré por siempre jamás.
Pero Dios no me contestó, y pasó de largo como una potente borrasca.
Y mil años después volví a subir a la montaña santa, y volví a hablar a Dios, diciéndole:
-Creador mío, soy tu criatura. Me hiciste de barro, y te debo todo cuanto soy.
Y Dios no contestó; pasó de largo como mil alas en presuroso vuelo.
Y mil años después volví a escalar la montaña santa, y hablé a Dios nuevamente, diciéndole:
-Padre, soy tu hijo. Tu piedad y tu amor me dieron vida, y mediante el amor y la adoración a ti heredaré tu Reino.
Pero Dios no me contestó; pasó de largo como la niebla que tiende un velo sobre las
distantes montañas.
Y mil años después volví a escalar la sagrada montaña, y volví a invocar a Dios, diciéndole:
-¡Dios mío!, mi supremo anhelo y mi plenitud, soy tu ayer y eres mi mañana. Soy tu raíz en la
tierra y tú eres mi flor en el cielo; junto creceremos ante la faz del sol.
Y Dios se inclinó hacia mí, y me susurró al oído dulces palabras. Y como el mar, que abraza al arroyo que corre hasta él, Dios me abrazó.
Y cuando bajé a las planicies, y a los valles vi que Dios también estaba allí.

¿Será que el silencio de Dios no es tan peligroso para la fe de un hombre como una potente borrasca, una espesa niebla o un enjambre de alas? ¿Qué es lo que cambia en su oración para que Dios le oiga? ¿Qué es lo que comprendió después de 4000 años ese personaje? ¿Ha de haber divinización del hombre para que Dios nos abrace?

Las relaciones humanas son difíciles, ¿quién no sufrió por amor? ¿Quién después de dar tiempo de trabajo en una posible relación se encuentra sentado con sus manos vacías?
El desaliento nos atormenta, al principio nos ciega y ensordece, luego nos paraliza y congestiona, y finalmente nos hace callar horriblemente. Y nos preguntamos si no fue suficiente subir la montaña sagrada descalzos y afrontar con valentía la faz del amor deseado y sólo recibir un silencio tan largo como desdichado.
El tiempo no cura los males del corazón, sólo los aleja en el profundo cuadro de nuestra vida, palideciéndose en la lontananza, como en un lienzo de Da Vinci, en un sfumato triste azulado que cuando damos una ojeada retrospectiva a esa figurada composición vemos que aún está ahí. Latente, profundo, y aún doloroso detalle.
Nuestro deber es sacar de nosotros ese Job indignado, requiriendo justicia, manteniendo nuestros sentimientos y amor y pasión por el derecho que se nos debe.
Reclamar por ese apoyo que está a nuestro alcance. La montaña sagrada ha de ser escalada y hablar, pero principalmente para comprender por dónde hemos de ir y abrazar nuestro reposo en el clamor de la batalla.
Al final sólo queremos un abrazo. Un inicio y un fin, un instante de empatía, la máxima expresión de afecto.

Creo que voy a hablar con alguien.

GBT

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